Buscar

El síndrome de Burnout y la actual situación laboral: Un punto de vista.

El Síndrome del Burnout, con el que tod@s estamos en mayor o menor medida familiarizados en el mundo de la Prevención de Riesgos Laborales, ha sufrido una clara evolución en cuanto a su definición con el paso del tiempo, tendente a contemplar con mayor diversidad los sectores profesionales en los que se aprecia su incidencia.

En su origen, el término Síndrome del Burnout (SBO), fue descrito por Herbert Freudenberger en 1974 como “una sensación de fracaso y una experiencia agotadora que resulta de una sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador”. Cristina Maslach, un par de años después, fué algo más allá, asociando el SBO exclusivamente a los profesionales de ayuda, que trabajan con personas (personal sanitario, educadores, etc), vinculando la vivencia de fracaso personal a las excesivas demandas emocionales externas e internas imposibles de satisfacer, desembocando en un agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal.

Ya a finales de los 80, Pines y Aronson, amplían más allá el concepto, sin restringir el síndrome a los profesionales de ayuda, hablando ya del “estado de agotamiento, mental, físico y emocional producido por la involucración crónica en el trabajo con demandas emocionales” (Fuente: INSHT)

En general, podríamos concluir, teniendo en cuenta la evolución en la definición del concepto, así como de los modelos explicativos del proceso que se han planteado a lo largo de los años, que todas las fuentes coinciden en dos parámetros:
  • Una demanda con fuerte componente emocional en el trabajo.
  • Un desequilibrio entre las demandas derivadas del trabajo y los recursos para hacer frente a las mismas.

Y yo me atrevería a decir, que dicho síndrome, dicha sintomatología crónica, podría hoy día, en la línea que ya venía siguiendo, incidir pero de una forma mucho más amplia, si cabe. Desde mi punto de vista, un trabajador con vocación profesional real, que disfruta con el desempeño de su profesión, puede contar ya con dicho componente emocional, sin necesidad alguna de tratar con personas, pacientes o usuarios como parte del proceso, e independientemente de su perfil profesional.

Si a esto añadimos la situación de crisis actual, en la que vemos a diario circunstancias que a nadie agradan (decrementos salariales, objetivos inalcanzables, depreciación de las profesiones, índices de paro desmesurados, empresarios que se ven obligados a cerrar negocios a los que han dedicado su vida, etc), ese desequilibrio entre las demandas a afrontar y los recursos disponibles cada vez es más apreciable.

Con todo ello, la misión del técnico de prevención de riesgos laborales es intentar eliminar el riesgo, controlarlo y minimizarlo en cualquier caso. Ante el aumento de probabilidad de incidencia del Síndrome de Burnout y en las circunstancias en que nos encontramos, sólo nos queda animar a todo aquel que disfrute de su trabajo, a no dejarse llevar en exceso por todo aquello que no podemos controlar, e invertir su esfuerzo en plantearse objetivos alcanzables, que requieran esfuerzo e implicación pero que sean alcanzables, y a realizar un buen trabajo, sea el que sea, con los medios disponibles, de manera que al acabar la jornada el trabajador sea capaz de mantener la sensación de que “lo que ha hecho, lo ha hecho bien”. 

Marta Navarro García
Técnico en Prevención de Riesgos Laborales
Grupo Preving-Valencia

Artículos relacionados:

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Prevención al día Copyright © 2011 | Tema diseñado por: compartidisimo ↑Top